sábado, 10 de enero de 2009

MADRID,LOGROÑO,ZARAGOZA

Ayer dijiste que me querías. Hoy que ya me has olvidado. Mañana, quizás no me conozcas.
Acostumbrada a perder te encontré cuando no buscaba a nadie y creí, por un momento, que podía ser feliz. Madrid, nuestro mundo. Mi habitación, nuestra soledad.

Me abrazo cada noche al sonido de tu voz, enlatada en un maldito auricular. Silencios que me ahogan, que matan la esperanza de ésta quien te escribe. Y de nuevo me hieren tus palabras y dudo que pueda haber alguien tan mezquino como tú. No entiendo que no quieras querer.

Observo a las parejas enamoradas del parque y las odio y las envidio a la vez. Las odio porque tienen los besos que no me das, los abrazos que a mi me tocan, los susurros en forma de te quieros.

Vuelvo una y otra vez a la soledad de mi colchón añorando aquellos fines de semana que ahora quedan tan lejanos. Aprieto la almohada contra mi cara para sofocar las lágrimas que tu ausencia me provoca.

¿Todavía te preguntas si tenemos algo en común?

Si supieras lo poquito que necesito para ser féliz. Si entendieses que sólo el estar a tu lado me es suficiente.

Me gusta sentarme a tu lado, mirándote, mientras hablas y hablas de algo que no entiendo. Que me abrazes y me hagas sentir especial. Que me lleves tan lejos como quieras, a ese sueño que tienes. Quisiera que por una vez alguien me quisiese.

Pero pasan las horas y debemos regresar. Tú a tu mundo y yo a esperarte, muriendo por dentro, en la triste posada de sueños rotos en los que has convertido mi habitación. Y volveré a desesperame porque el teléfono no suena, porque hoy has decidido no quererme. Mañana, a lo mejor sí.

Y paso la vida deshojando margaritas, pensando que hoy sí, pensando que hoy no. Me miro en el espejo y me doy cuenta que mis vestidos de cuéntame nunca te gustarán. Tiemblo al pensar que todo esto me resulta familiar, que ya lo viví.

¿No merezco yo acaso ser feliz?¿Tanto daño he hecho a mi alrededor que no merezco el cariño de nadie?

Una vez al mes es muy poco, demasiado poco, para mi corazón.

Me gustaría oírtelo decir una vez al día el resto de mi vida. Tener una canción para poder bailar. Que nuestros ombligos se juntasen no sólo las fiestas de guardar. Quiero ser la princesa del cuento de hadas, ser tu campanilla en el reino de nunca jamás y estremecerme cada noche en nuestro jergón.

¿De verdad crees que no tenemos nada en común?

(A Cristina, de todo corazón, porque su herida es nuesta herida)

1 comentario:

  1. Te echaba de menos y ya creo entender el por qué. Me he convertido en una adicta a tus palabras, ¡y suenan tan bien!. Aunque el mensaje sea duro lo envuelves de ternura y parece más fácil de digerir.

    Muchos besos para repartir

    ResponderEliminar