lunes, 5 de enero de 2009

PAJAROS EN LA CABEZA

Miraba a la ventana y soñaba con ser
un astronauta pisando la luna
y el cielo lo cruzaban galeones,
delfines, cometas, faluas
y en la pizarra el profesor dictaba los teoremas.
En su cabeza sonaba el canto de un gorrión,
pájaros en la cabeza.
Llegaba siempre tarde y castigado por no
estar nunca donde debiera
y en casa le esperaban el tedio
y la comida sevida en la mesa.
De fondo el rumor de un televisor y madre
suspirando
"Dónde andas hijo mío? Siempre en las nubes",
nadie escuchaba el telediario.
Pájaros en la cabeza y volar
a donde las ventanas siempre están abiertas
donde el humo de tus pies nos enseña a vivir.
Pájaros en la cabeza y volar
que aún contaré relámpagos contigo
aunque el tiempo y la arena esconden
el camino hasta tí.
El tiempo pasó y todos crecimos
-bueno, no todos, algunos seguían
mirando por la ventana y sobrevolando
la moqueta azul de la oficina.
En el trabajo aún se perdía
en la selva de sus sueños
y un grito le nombraba, le arañaba
y rompía el dulce sortilegio.
Madre aún seguía sirviendo la sopa
"¿Cuándo sentarás la cabeza?
Un día la abriremos y bandadas de cotorras
escaparán de ella"
El sonreía sin dejar de mirar por la ventana
soñando mundos mejores,
lluvías que caían sobre parejas que se amaban,
claveles en los fusiles,
barcos que sueltan amarras,
luces de faros, besos de mujeres que nunca,
nunca le miraban.
Pájaros en la cabeza y volar
a donde las ventanas siempre están abiertas
donde el humo de tus huellas nos enseña a vivir.
Pájaros en la cabeza y soñar
que aún contaré relampagos contigo
aunque el tiempo y la arena escondan
el camino hasta tí.
Una mañana de enero nuestro hombre
se subió a lo alto de la Torre España
para ver si al morder el azul gris del cielo
los pájaros callaban.
Mirando absorto la ciudad
ni el rumor de su pecho escuchaba
ni a madre, ni la televisión, ni a la oficina
sólo un lejano batir de alas.
Cuando nos quisimos dar cuenta
nuestro chico había desaparecido.
Nadie en lo alto de la torre lo vio abandonar
la sombra gris del edificio.
Nadie lo vio caer al suelo
nadie oyo sus carcajadas,
sólo el sonido de cien pájaros
- o alguno más-
escapando de sus jaulas.
Nada se supo de este soñador,
del canto de sus aves
hasta que llegaron cartas, retazos de sus alas
en forma de postales.
Pájaros en la cabeza y volar
a donde las ventanas siempre están abiertas,
donde el humo de tus pasos nos enseña a vivir.
Pájaros en la cabeza y soñar,
que aún contaré relámpagos contigo
aunque el tiempo y la arena escondan
el camino hasta tí.
Pájaros en la cabeza y volar
a donde las ventanas siempre están abiertas
donde el humo de tus pasos nos enseña a vivir

(Letra y música de Ismael Serrano)

Sirva esta preciosa canción de Ismael Serrano para pedirte ese perdón que nunca dije y quizás nunca me atreva a hacerlo frente a tí, mirándote a los ojos, mamita. Por tener tantos pájaros en la cabeza y volar tantas y tantas veces del nido sin dar señales de vida. Por las postales que faltaron y llamadas que nunca hice para decir que estaba bien. Por las lágrimas y desesperanzas que te produjeron los sueños de este idiota. Por ser "mayor" y querer seguir siendo niño.

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